2) El asombro absoluto es para la comprensión de la realidad de Dios, tan esencial, como la claridad y la distinción son para la comprensión de las ideas matemáticas. Cuando no estamos abiertos a la capacidad de maravillarnos, resultamos sordos a lo sublime; es decir, no somos capaces de ver a todo aquello eminente, que alcanza un nivel elevado en la escala de valores morales, intelectuales o estéticos. Sin el estupor absoluto, básicamente, nos estamos privando de Dios.
1) Según L. Giussani la religiosidad es, ante todo, la afirmación y el desarrollo del atractivo que tienen las cosas.
2) Podría describir la presencia de Dios como una dependencia en la cual llena nuestros corazones de sustento y alegría mediante distintas formas, ya sea derramando bienes, o enviándonos desde el cielo lluvias y estaciones fructíferas, por ejemplo.
3) Llamar a Dios Padre significa que nos está concibiendo en todo momento, engendrándonos constantemente, a diferencia del padre que conocemos en nuestra experiencia que exclusivamente da el primer empujón a una vida, la cual, desde la primera fracción de segundo en que recibe su ser, se separa y marcha por su cuenta.
4) Decir “yo” es reconocer que somos aquel nivel de la naturaleza en el que ésta llega a tener experiencia de su propio carácter contingente, es decir, que subsistimos por otra cosa, ya que no nos hacemos a nosotros mismos (sino que se nos hace).
5) Para Giussani “vivir lo real” quiere decir, vivir sin renegar de nada ni olvidar nada. Pues, en efecto, no es humano, o sea, no es razonable, considerar la experiencia limitándose a su superficie, a la cresta de la ola, sin descender a lo profundo de su movimiento.